Psicologia Social

 Definición de Psicologia Social


La definición más utilizada es la de C. W. Allport: un intento de comprender y explicar cómo el pensamiento, el sentimiento y la conducta de las personas son influidos por la presencia real, imaginada, o implícita de otros* (1 954, 1968, 1985, p. 3)

La idea esencial que capta la definición es que la conducta de las personas, y sus procesos psicológicos (pensamientos, emociones, sentimientos, entre otros) se modifican por influencia de otras personas. Ya se ha señalado en el apartado anterior que esta convicción fue lo que llev6 a los primeros autores, como LeBon, Tarde, Ross y McDougall, entre otros, a intentar elaborar los primeros esbozos de la nueva disciplina que acabaría denominándose Psicología Social. 

Esta definición permite interpretar que la influencia que genera la presencia de los otros es bidireccional. La persona no sólo es objeto de la influencia, sino que también responde a ella al poner en marcha su conducta y sus procesos psicológicos. Su respuesta influye, a su vez, en los otros. De la definición de C. W. Allport, por tanto, hay que inferir la existencia de un ciclo de influencia entre la persona y su ambiente o contexto social. Este ciclo se podría representar gráficamente como muestra la imagen. 

Del análisis de la definición de C. W. Allport, Franzoi (2000, p. 8) concluye que la tarea de la Psicologá Social es el análisis y comprensión de la conducta de la persona desde la consideraci6n simultánea de dos factores fundamentales: sus estados psicológicos internos y los aspectos de su contexto social. 



La presencia de los otros 

La importancia que la definición C. W. Allport concede a la precencia de los otros como elemento integral de lo psicosocial da a entender que la conducta y los procesos psicológicos de las personas tienen lugar siempre re en un contexto social, y que las características y propiedades de este contexto influyen deforma poderosa en su configuración. El autor establece una distinción entre presencia "real", "imaginada" e "implícita", por lo que resulta conveniente examinar cada uno de estos tipos de presencia de manera detallada. 

PRESENCIA REAL. Este primer tipo de presencia exige la ubicación de la persona en el mismo espacio físico que los otros. La expresión "presencia física" sería quizá más exacta, puesto que los otros dos tipo de presencia también son reales, como veremos después. Hay muchas situaciones diferentes que responden a este primer tipo de presencia, algunas de las cuales se destacarán aquí de manera especial. Tal vez la más sencilla sea la de una apersona que actúa delante de una audiencias, como cuando alguien se examina ante un tribunal. Franzoi (2000, p. 6) aporta el ejemplo del baloncestista que tiene que lanzar un tiro libre en un partido de competición. 

Una situación algo más compleja es la que se conoce con el nombre de "co-actuación". En ella la  persona realiza una cierta actividad en comparifa de otros que realizan al mismo tiempo que ella esa misma actividad, por ejemplo, pedalean juntas cada una sobre su bicicleta estática en una misma sala o entrenan juntas realizando la misma tabla de ejercicios. 

La interacción, directa o cara a cara representa un grado más de complejidad. Se caracteriza porque las personas actúan en coordinación con otras, ejercen entre sí un efecto recíproco y ajustan mutuamente su conducta sin un plan o esquema previo, es decir, de forma espontánea. La diferencia con la co-actuación se ve claramente si se compara la situación antes descrita en que varias personas pedalean en un gimnasio con la de una carrera ciclista. Los miembros de cada equipo, y los de equipos diferentes,  no actúan independientemente unos de otros, sino que se coordinan entre ellos para lograr un objetivo común: ganar la carrera e impedir que ganen los rivales. 

La interacción es una categoría muy amplia que abarca desde un encuentro burocrático (por ejemplo una discusión con un funcionario de Hacienda) hasta una consulta médica, pasando por las salidas con los amigos, la participación en una reunión de antiguos alumnos o la mediación en un conflicto familiar. La interacción puede ser diádica (solo dos personas), grupal o intergrupal, puede tener un carácter cooperativo o competitivo y puede exigir que las personas se coordinen entre sí para realizar una tarea o, que, en su lugar, tengan que realizarla de forma distribuida, con funciones distintas repartidas entre los participantes en la interacción. 

Como se verá insistentemente en los capítulos, de la presencia real de los otros, a la Psicología Social le interesa menos el tipo de presencia de que se trate (ya sea la actuación ante una audiencia, la coactuación o la interacción) que el hecho de que esta presencia real modifica la conducta y los procesos psicológicos de la persona. Así, 

Actuar ante una audiencia incide en el rendimiento de las personas: en ocasiones lo facilita y potencia y, en otras, lo empeora; 

La co-actuación tiene efectos motivadores. Precisamente, en uno de los experimentos más citados en Psicología Social por su carácter pionero Friplett, 18971, se comprobó que los ciclistas que pedaleaban juntos (cada uno de ellos sobre su bicicleta estática) mostraban una mayor intensidad de pedaleo que los que lo hacían solos. Este resultado se mantenía en otras tareas a las que Triplett sometía a sus participante.

La interacción tiene efectos más acusados. Varios capítulos de este volumen aportan evidencia de ello. De hecho, muchos manuales clásicos definían la Psicología Social como el estudio de la interacción social (véase Hollander, 1967). La estructura de la interacción determina en gran medida que la persona adopte decisiones acerca de cooperar o competir, ayudar o agredir y otras muchas que afectan a su destino como persona. 

PRESENCIA  IMAGINADA. Este tipo de presencia tiene que ver sobre todo con la  representación que la persona se hace de los otros, algo que es una exigencia de muchas situaciones de la vida cotidiana, como cuando la persona se incorpora a un nuevo grupo, cuando tiene que adaptarse a un nuevo trabajo y, más en general, cuando está expuesta a experiencias diferentes de las habituales. A quién cajaría la importante línea de investigación sobre manejo de la impresión. Dado que las personas son conscientes del alcance y repercusión que tienen las primeras impresiones, se preocupan por organizar y planificar cuidadosamente la forma en que van a presentarse ante los demás en un primer encuentro, imaginando sus posibles reacciones. Relacionado con el manejo de la impresión podemos citar el familiar fenómeno del a qué dirán,, en el que modificamos nuestra conducta en función de los juicios que imaginamos emitirán los demás sobre ella. 

El ejemplo propuesto por Franzoi (2000, p. 6), el del niño que, para imitar a su héroe favorito de las series de dibujos animados, se viste como él, sirve para introducir otra de las vías a través de las cuales la presencia imaginada de otros influye en la conducta y los procesos psicológicos de la persona: se trata de la imitación de modelos de comportamiento, que es clave en el aprendizaje social. Para poder imitar al modelo, la persona tiene que representarse mentalmente la conducta de este. 

En estos ejemplos, que son solo una pequeña muestra de los que se pueden encontrar en la investigación psicosocial y en la vida cotidiana, lo esencial reside en la representación mental de los otros. Esta es la principal puerta de entrada de los procesos estudiados por la cognición social, como la atención, la memoria, la percepción, la atribución, los estereotipos y los prejuicios, entre otros. 

PRESENCIA IMPLÍCITA: los otros no necesitan, para influir, estar presentes físicamente, ni siquiera de modo imaginado. Basta con que lo estén sus productos, como las normas sociales. Así, no es necesaria en absoluto la presencia de los miembros del grupo para que una persona que forma parte de ese grupo ajuste seu conducta a las prescripciones grupales. Por lo general, obedecerá tales prescripciones de manera espontánea. A la misma altura de las normas hay que situar los aspectos sociales y culturales, como las estructuras de estatus y poder, las instituciones, los rituales, las modas, y las costumbres. Esta corta lista es solo ilustrativa y no pretende agotar la gran riqueza de los aspectos que sustentan la presencia implícita de otros.

Es tan amplio el ámbito de la presencia implícita que penetra en la propia presencia física de otros, hasta el punto de que, en muchas ocasiones, lo que a simple vista parece una mera presencia, física es, en realidad, una presencia implícita, Así sucede en muchos encuentros entre desconocidos que comienzan con un trato igualitario, al creer los participantes que eso es lo adecuado, dado que comparten una serie de características sociodemográficas que los igualan (edad, sexo, aficiones, apariencia físicay otras poe el estilo) pero que, de repente, cambia de manera drástrica cuando se descubre que uno de ellos es, por ejemplo, el presidente de una importante corporación multinacional. La ocultación de las diferencias de estatus en los encuentros informales es mas frecuente de lo que se podria pensar a primera vista.


Peter Suedfetd agrupa sucesos de ocultación de la propia identidad bajo el rótulo común de MOTIVO HARUM AL-RASCHID, en alusión a un califa de Bagdad que rigió hace mil doscientos años un gran imperio en el suroeste de Asia,  y en el norte de África. Este califa adqurió notoriedad entre otras causas, porque solía recorrer bagda disfrazado de mercader, soldado, artesano o criado. Lo hacía para recoger información sobre lo que ocurría en la ciudad, especialmente, sobre las muestras de injusticia, opresión y crueldad. El motivo al que alude Suedfeld es que, "en los momentos cruciales, revelaba su verdadera identidad y ejercía su poder para reparar las injusticias". 


En el ejemplo propuesto del encuentro entre desconocidos, lo que en inicio era mera presencia física se convierte en presencia implícita, gracias, en este caso, a las prescripciones que existen en la sociedad sobre las relaciones entre personas de diferente estatus social. 

La presencia implícita modula también la presencia imaginada. En el ejemplo propuesto por Franzoi del niño que pretende imitar a su héroe favorito de dibujos animados, influirá seguramente el género de dicho héroe. Dado que en la mayoría de las sociedades no se valora de la misma forma el hecho de ser varón o mujer, resulta improbable que un niño elija como héroe a alguien de diferente género.



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